Cómo la bandera blanca se convirtió en símbolo de invitación a las negociaciones y señal de capitulación
Hoy en día, la bandera blanca se percibe como un símbolo de rendición o una solicitud de negociación. Pero ¿cuándo y por qué una simple tela blanca, sin inscripciones ni símbolos, adquirió este significado? La historia de este símbolo se remonta a la antigüedad y está vinculada no solo a las tradiciones militares, sino también al anhelo humano universal de paz y preservación de la vida.

Nadie puede explicar con certeza por qué la bandera blanca se convirtió en el símbolo de la rendición. Algunos historiadores creen que todo comenzó en China, probablemente ya en la dinastía Han (siglos II a. C. - III d. C.). Fue entonces cuando las crónicas chinas mencionaron por primera vez banderas blancas izadas por quienes deseaban negociar con el enemigo.

Pero las banderas blancas ya se usaban en China. En esta cultura, el blanco es el color del luto y la pena por los muertos. Las astas blancas eran un elemento obligatorio en las ceremonias funerarias de guerreros y nobles. Con el tiempo, comenzaron a usarse como símbolo de tregua y simplemente como señal de rendición al vencedor.
Según otra versión, el color blanco ya era usado como señal de rendición por los legionarios romanos. El historiador Tito Livio (siglo I a. C.) describe cómo los soldados llevaban brazaletes blancos para indicar su negativa a seguir combatiendo. Al ver estos brazaletes, el enemigo sabía que se rendía.

El historiador romano Tácito menciona que, en la batalla de Cremona, las tropas de Vitelio izaron banderas blancas al rendirse. En la antigua Roma, esta señal servía de garantía: el portador de la bandera blanca no participaba en combate y, por lo tanto, no sería atacado. Las banderas resultaron más convenientes que los brazaletes: eran visibles desde lejos y decenas de soldados podían refugiarse bajo una sola bandera.
En la Edad Media, las banderas blancas ya se usaban en toda Europa. Eran la señal de un enviado desarmado que iba a negociar o discutir los términos de la rendición. Los soldados que se rendían podían atravesar las líneas enemigas con seguridad con banderas blancas en sus astas o con fajas blancas. Desarmados, por supuesto.

Las banderas blancas en los ejércitos europeos cumplían otra función. Marcaban los lugares en el campo de batalla donde se encontraban los no combatientes: médicos, sacerdotes y trabajadores de suministros con trenes de bagaje. Estos marcadores adquirieron especial importancia con la llegada de la artillería, que podía disparar más allá de la línea de visión.
Otra teoría se relaciona con la marina. En la Asia antigua y medieval, se usaba una bandera blanca para marcar un barco que transportaba a una persona importante, ya fuera un funcionario o un enviado. El enemigo reconocía de inmediato si el buque que se aproximaba era una delegación o simplemente un buque no militar. En Europa, durante la misma época, en cambio, se usaban con frecuencia banderas negras.

Más tarde, la bandera blanca se popularizó tanto en Europa como en Asia, mientras que la negra se convirtió en símbolo de luto. Se celebraban negociaciones bajo banderas blancas, se llevaban a cabo los funerales de los heridos y los muertos, se celebraban ceremonias religiosas y se realizaban intercambios de prisioneros en zonas de combate. Solo los traidores y deshonestos ignoraban este símbolo, aunque abundaban los casos.
Con el tiempo, la bandera blanca se consolidó como señal universal del deseo de cesar el fuego o negociar la rendición. Los heraldos —enviados de los gobernantes— portaban bastones blancos, enfatizando su inviolabilidad. En las guerras europeas de principios del siglo XX, se siguieron utilizando banderas blancas para evacuar a los heridos, lo que indicaba una tregua temporal.

Con la llegada de las armas modernas de largo alcance, las batallas se volvieron mucho más brutales. Ambos bandos descuidaron cada vez más a los heridos y el honor, y una bandera blanca a menudo significaba rendición.
Durante la Primera y, sobre todo, la Segunda Guerra Mundial, el símbolo perdió gran parte de su valor. Se usaba a menudo para engañar, para acercarse y lanzar un ataque sorpresa. Las tropas japonesas eran particularmente culpables de esto durante las batallas con los estadounidenses. Debido a esto, los negociadores y capituladores genuinos también solían ser ejecutados y desconfiados.

En el caso de los japoneses, esta táctica fracasó: los estadounidenses simplemente dejaron de tomar prisioneros y dispararon incluso a quienes se rindieron. Según la Convención de Ginebra, usar una bandera blanca para llevar a cabo un ataque cobarde es un crimen de guerra. También lo es matar a quienes la izaron sinceramente.
Aunque la bandera blanca suele asociarse únicamente con la rendición, su significado es más amplio. En 1899, la Primera Conferencia de Paz de La Haya adoptó la Convención sobre las Leyes y Costumbres de la Guerra Terrestre. Fue allí donde se estableció oficialmente la bandera blanca como símbolo de armisticio y rendición.

La Convención de La Haya establecía claramente: toda persona que porte una bandera blanca es inviolable. No puede ser capturada, herida ni muerta. Una bandera blanca otorga el derecho a un alto el fuego temporal para negociar. Estas normas siguen vigentes hoy en día; están incluidas en las Convenciones de Ginebra, firmadas por casi todos los países del mundo. Izar una bandera blanca se interpreta hoy como una invitación al diálogo: el enemigo está obligado a cesar el fuego y entablar negociaciones, que pueden culminar en una tregua o en la rendición.
La bandera blanca ha evolucionado de una antigua costumbre china y romana a un símbolo oficial consagrado en el derecho internacional. Hoy en día, sigue siendo una señal universal de esperanza de paz. Pero surge la pregunta: ¿no es hora de ampliar su significado, de convertirla no solo en un símbolo militar, sino también en una señal universal de no hostilidad en la vida cotidiana? ¿Qué opinas al respecto?
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