El hacker Kevin Mitnick: de enemigo del Estado a defensor del ciberespacio
Kevin Mitnick es un nombre legendario en el mundo de las tecnologías de la información del siglo pasado. En la década de 1990, fue el hacker más buscado de Estados Unidos y, años después, se convirtió en un respetado experto en ciberseguridad. Su trayectoria —de la curiosidad adolescente a la fama y el reconocimiento mundial— sigue considerándose una de las historias más memorables del mundo digital.
Kevin Mitnick nació el 6 de agosto de 1963 en Los Ángeles. Desde niño, le fascinó la tecnología, especialmente el diseño y el funcionamiento de sistemas complejos. Sus primeros experimentos con la tecnología comenzaron con un teléfono convencional. Los sistemas de comunicación analógicos eran mucho más simples y con capacidades más limitadas que los modernos, pero su mente inquisitiva aun así descubrió muchas ideas interesantes.
A los 12 años, dominó el "phreaking": hackear redes telefónicas para hacer llamadas gratis. Y a los 16, lanzó su primer gran ataque: acceder al sistema de billetes de autobús de Los Ángeles y viajar gratis por la ciudad.
Con la llegada de las computadoras, Kevin se pasó a los sistemas digitales. A los 17 años, pirateó los servidores de Digital Equipment Corporation y descargó software de ellos. Este se convirtió en su primer caso importante, atrayendo la atención de la policía y el FBI. Y en 1982, Mitnick, de 19 años, por diversión, pirateó la computadora del Comando de Defensa Aérea de Norteamérica (NORAD).
Después de eso, Mitnick fue imparable. Hackeó los servidores de gigantes tecnológicos como Nokia, Fujitsu y Motorola como un loco, e incluso incursionó en los sistemas del Pentágono. Sin embargo, hackear nunca fue para Kevin una forma de ganar dinero; era un puro desafío, un ejercicio mental. Veía cada nuevo sistema como un rompecabezas que debía resolverse con rapidez y de forma impecable.
Kevin era un auténtico maestro del ocultamiento. Todos conocían sus travesuras, pero su identidad permaneció oculta durante mucho tiempo. A principios de los 90, comenzó una verdadera cacería humana. Incluso lo atraparon una vez, pero logró escapar. Su vida se convirtió en una auténtica película de espionaje.
Mitnick era radicalmente diferente del típico hacker solitario. Era extrovertido, abierto y un maestro de la ingeniería social. Podía extraer fácilmente preguntas secretas, contraseñas y códigos de acceso por correspondencia o teléfono. A veces, simplemente se presentaba en las oficinas de una gran empresa, se hacía pasar por un empleado de soporte técnico y le entregaban con calma la información más confidencial.
Podría haberse convertido en multimillonario en cuestión de días, pero no quiso. Tras su arresto, se encontraron más de 20.000 números de tarjetas de crédito y contraseñas en su ordenador, incluyendo los datos de varios millonarios de Silicon Valley. Kevin nunca usó una sola tarjeta.
En una entrevista lo explicó así:
Pero cuanto más éxito tenía el escurridizo ciberdelincuente, más furiosamente lo buscaba el FBI. Su captura en 1995 se convirtió en una auténtica operación encubierta. Mitnick fue seguido durante varios meses por el exhacker y entonces agente del FBI, Tsutomu Shimomura. Finalmente, Kevin fue arrestado en Carolina del Norte.
El arresto causó sensación mundial. La prensa le atribuyó poderes sobrenaturales a Mitnick. En aquel entonces, pocos entendían qué era realmente el hacking. Se decía que podía "hackear una computadora con una sola mirada" o "lanzar misiles nucleares desde un teléfono público".
Mitnik fue condenado y pasó unos cinco años en prisión. Se libró de una condena más larga gracias a su absoluta abnegación: sus acciones no buscaban enriquecerse. Pasó casi un año en completo aislamiento, sin derecho siquiera a llamar a su familia. Las autoridades temían que Kevin accediera a dispositivos electrónicos, por temor a que cometiera otro ataque informático.
A principios del año 2000, Mitnik fue liberado. Aún se le temía: le prohibieron usar computadoras, internet e incluso el teléfono móvil durante tres años. Solo podía llamar desde teléfonos fijos y públicos. Nunca violó la prohibición.
Cuando se levantaron las restricciones, Kevin regresó al mundo tecnológico, pero desde una perspectiva diferente. Fundó Mitnick Security Consulting, se convirtió en un consultor de seguridad muy solicitado, escribió libros y dio conferencias internacionales. Entre sus bestsellers se encuentran "El arte del engaño", "El arte de la intrusión" y "Fantasma en la red". Solía repetir en sus discursos: la ingeniería social (manipular a la gente) suele ser más peligrosa que cualquier virus.
Kevin Mitnick falleció en julio de 2023 a los 59 años tras una grave enfermedad. Su nombre quedará grabado para siempre en la historia de la ciberseguridad. Su trayectoria, desde ser el hacker más peligroso del planeta hasta convertirse en un experto respetado, es una historia de cómo el talento y el conocimiento pueden contribuir tanto a la destrucción como a la defensa.
El hackeo siempre es una delgada línea entre el conocimiento y la violación. ¿Qué opinas: Kevin Mitnick es un criminal o un pionero? Comparte tu opinión en los comentarios.